Los grandes y marrones ojos de vaca de Alberta Wright miraban con adoración el rostro negro de Sweet Prophet. Acercó su agua para que fuera bendecida por Sweet Prophet y al poco rato se encontraba tendida en el suelo, convulsionándose sobre la calzada mojada. Para Coffin Ed y Grave Digger se abría un nuevo caso: debían encontrar el móvil del crimen y al asesino... ¿de Alberta?