Pies Ligeros, jefe de cazadores que practica su oficio en los cotos de su amo, goza de una vida tranquila hasta que al gran Munki, un jerarca religioso de mucha influencia, se le ocurre utilizarlo como mensajero. Con esta sencillez se inicia una aventura que le arrancará de su mundo y le introducirá en un avispero cuya existencia nunca sospechó. Ocurre que entre los supervivientes de la gran nación maya, diezmada y sojuzgada por bárbaros invasores, ha surgido un caudillo libertador, decidido a levantar a esa humillada nación y a restituirla en sus ancestrales fueros. La consecuencia es que en las viejas tierras ennoblecidas por una cultura asentada en raíces imperecederas, está a punto de irrumpir el grito de guerra. Sin poderlo remediar, Pies Ligeros se encuentra atrapado en una tupida red. Primero por amistad, después por convicción y por razones personales muy profundas, se involucra en una demanda que no es suya. Sólo es un insignificante peón unido a otros peones tan insignificantes como él -¿qué son los océanos sino masas ingentes de agua formadas con miríadas de gotas?-, sin embargo su lucha le ofrece la trascendental recompensa de encontrarse consigo mismo.
Nuestra autora, Angela Edo, nos sumerge esta vez en un ambiente nuevo, el de los mayas, un pueblo rico en ciencia envuelto en incógnitas. Como procede, nos habla de sus temas habituales -¿acaso no esperamos eso de ella?-. Y además recuerda al amigo de leer entre líneas que las grandes causas no se limitan a producir grandes efectos, sino que también dan paso a efectos, diremos menores, que se desenvuelven a niveles individuales. Eso ocurrió con Pies Ligeros. Era semilla presta a germinar y el arado del Tiempo quebrantó su sepulcro de apatía y la bañó con luz vivificadora. Como esa semilla, existen sin duda muchas más. ¿Y si fuera la tuya?