Este libro es un compendio de reflexiones sobre los cambios que se han producido en las formas de enfocar el pasado dentro de las culturas modernas, pero más aun sobre sus efectos en los fines que tradicionalmente tienen reconocidos los historiadores. Los textos aquí reunidos abordan cuestiones tales como si el historiador está abocado a compartir su actividad con otros ciudadanos no profesionales, o si conviene repensar la finalidad de la historia académica y adaptarla a una sociedad multicultural muchos de cuyos miembros construyen diferentes imágenes sobre el pasado en función de sus identidades.
En suma, este libro pretende abrir un debate sobre los fines y responsabilidades sociales en el siglo XXI de un ciudadano ?el historiador? que no se encuentra al margen de su propia socied d, dentro de la cual la fe en la Historia movida por leyes o regularidades es cada vez más minoritaria. Seguir posponiendo el diálogo sobre cuestiones como las que plantea este libro puede en cambio estar contribuyendo a provocar eventualmente el fin del historiador.