En El filósofo ignorante, compuesto de apuntes breves, a veces perentorios e irónicos, a menudo sarcásticos, Voltaire, firme defensor del «primero vivir, después filosofar», pasa revista a las principales preguntas que la humanidad se ha formulado sobre los grandes problemas, como la libertad, la verdad, la felicidad o la existencia de Dios, y las diversas respuestas que los filósofos les han dado a lo largo de la historia.
A Voltaire le impacienta, no la ausencia de certezas definitivas y esenciales, sino la urgencia de acabar con los errores que obstaculizan el logro de una vida razonablemente dichosa y próspera.
En este breve tratado, el anciano Voltaire vuelve a defender su deísmo contra todo y contra todos, y constata que el «monstruo» enemigo de la razón sigue activo: quien defienda la verdad corre el riesgo permanente de ser perseguido por causa de ella.