Las máquinas de los inventores suelen cometer errores. A la creada
por el ingeniero Whitby no podía reprochársele ninguno, pero el
azar dispuso que actuara de forma impensada por su creador y que
fuera otro quien se beneficiara del descubrimiento.
La empresa Croydon Researchs Co. desconocía lo sucedido aquella
noche del primer viernes de agosto en la galería de materiales y no
pudo, por tanto, lamentarse de haber perdido la ocasión de sorprender al mundo con un sensacional descubrimiento.
El MI, la temida y admirada institución británica de inteligencia y
espionaje, había reclutado de manera fortuita a un agente al que
consideraba insignificante dentro de su complejo y exhaustivo
organigrama. Ignoraba que acababa de incorporar a la organización
al más letal y eficaz de los espías, alguien que podía ver, oír y
actuar sin ser visto. En una palabra, un espía invisible.
PVP (En papel)