A medio camino entre la creación literaria y la reflexión filosófica, el ensayo pretende explicar, interpretar o denunciar problemas del presente, sin limitarse por ello al asunto controvertido o a la pura actualidad. Propone soluciones transitorias, abre nuevas vías de debate e incita a la reflexión pero, por su misma naturaleza, rehúye el desarrollo exhaustivo de las ideas y cualquier intento de sistematización o conclusión definitiva. El ensayo literario cuestiona y critica, pero, sobre todo, sugiere el intercambio dialogal. De este modo lo concibió Michel de Montaigne y así, tras la primera edición de sus Essais, en 1580, surge en Francia una línea de descendencia de ensayistas cuyas obras conforman un corpus literario muy significativo.