Si en la primera parte del volumen, «Frente al invierno», la autora aborda lo pretérito en un tono casi de leyenda, cuando «quien lo presencia ahora ya es olvido», en la segunda parte, «La cierta referencia», la realidad del presente se confunde lentamente con el pasado, pues tal vez ya no estén las personas o cosas que hasta ahora han sido las «referencias», los modelos: sólo pueden recobrarse en el poema. En la tercera parte, «A pesar de las ruinas», si bien asoma el dolor de la guerra o el lamento del hombre agotado, tras ese echar las cuentas con los años, tras ese pulso con el tiempo, se llega a la conclusión de que, «sin embargo, compensa la aventura».
A esa aventura se suma la sorpresa, formal y conceptual, que asoma a la vuelta de cada verso, de cada palabra.