La historia familiar de Isabel Fuentes sirve de eje central para una novela cuyas temáticas exploran conflictos humanos ancestrales y modernos que sobrepasan la vida íntima de los personajes. Desde una posición privilegiada, el lector asiste al desmoronamiento de un universo privado que es, a la vez, espejo de una descomposición social y política. Identidad, pertenencia y sexualidad son solo algunos de los tópicos en juego.
Las formas narrativas exploradas acompañan perfectamente las diferentes atmósferas emocionales y psicológicas del relato con una prosa fluida y competente, al tiempo que se inscribe en una larga tradición latinoamericana con elementos propios de la ignota literatura venezolana, la obra se arraiga en paisajes madrileños y segovianos, presentando la dicotomía geográfica que la migración plantea, tanto para el autor como para los personajes.