Joaquín Leguina, en un ejercicio que él entiende como una obligación cívica, reflexiona en estas páginas acerca del dolor y la intolerancia; de la batalla muy alejada del espíritu de la Transición entre la parte más sectaria de la izquierda que convierte a las víctimas en arietes y una derecha incapaz de asumir de una vez la trágica realidad de las fosas. De la prolongación de todo ello tanto en la judicatura como en la prensa. También del provecho político que se quiere obtener.
Un brillante escrito sobre el duelo y la revancha que suscita la tan traída y llevada «memoria histórica».