Escrita desde una celda con papel higiénico como único soporte, El diablo en la cruz se concibe como una declaración de intenciones en defensa de la lengua y la literatura africana, al mismo tiempo que se manifiesta como una feroz crítica a una sociedad víctima del neocolonialismo donde la explotación, el acoso sexual y la hipocresía están a la orden del día.
El resultado es un retrato irónico y desnudo del sufrimiento de un pueblo que nunca ha renunciado a soñar con la libertad y que se atrevió a convertir este libro en un símbolo de esperanza.
Reseña:
«Una de las mejores novelas del siglo.»
Tribune