La respiración, el hambre y la sed, el amor, el poder, la belleza, la teología, el conocimiento, la llamada personal y la oración son los ámbitos por los que el autor despliega su antropología del deseo, entendiendo éste como un anhelo, como un éxtasis que nos lleva fuera de nosotros mismos hacia un bien siempre mayor que aspira a la unión con el Ser total. El Deseo esencial no apunta a la eliminación o represión del deseo, sino a su continuo trascendimiento.