Violada durante años por un grupo de vecinos, algunos ligados a la mafia, Anna Maria encuentra la fuerza para denunciar, sobre todo por amor a una hermana, a la cual teme que le pueda pasar lo mismo. Y cuando habla, igual que pasa con las otras mujeres que se rebelan ante la violencia y la omertà en Calabria, molesta no solo a sus agresores, sino también a todo un pueblo que sabía y callaba. La comunidad no se lo perdona y Anna Maria se ve obligada a irse. Desde una localidad protegida lucha por seguir adelante, sigue yendo a los tribunales para obtener justicia y sigue contando su historia para que otras mujeres se animen a denunciar. Porque, como ella misma dice, si ella ha sobrevivido a todo eso, significa que todas podemos.