Argumento de El Conquistador
Después de una gran tormenta, exactamente cuatro siglos después del nacimiento del célebre rey Sebastián de Portugal, un farero descubre en la playa de la Adraga, en una gigantesca cáscara de huevo, a un niño fantástico. Debido a su misteriosa aparición y a la extraña coincidencia de las fechas, lo llaman Sebastián. Pero, contrariamente a su homónimo del siglo XVI (misógino y poco dado a las cosas del amor), quien, según anuncia la leyenda, un día volverá para restaurar la grandeza del imperio portugués, el joven Sebastián revela desde los primeros arrumacos de su ama, a los dos años, un sorprendente talento para las artes y las batallas del sexo, entre las que irá creciendo en destreza y sabiduría. La empresa a la que se consagra el nuevo Sebastián, es, pues, de otra índole : una campaña devastadora contra la tristeza, la frustración, la monotonía y a favor de los gozosos y creativos juegos del amor y de la sensualidad, del placer, en suma.1