Con la velocidad estilística que lo caracteriza, Juan Sasturain presenta
al personaje y a la situación sin que el lector sienta la molestia de
hacer una cola de acontecimientos secundarios. La trama es concisa y
directa, pero no está exenta de complejidad; la precisión verbal la
disimula. Los personajes son héroes a su manera, pero que revelan antes
-de un modo misterioso y sutil, de un modo que conoce solo el narrador
de estos cuentos- cuán difícil y azarosa es la vida que a todos nos
toca, y cómo nos gobiernan una serie de inminencias y victorias que
tienen, a la hora decisiva, cuando la ironía y el humor han desertado,
la certidumbre puntual de un golpe del destino.