Mauricio Sheridan es un ingeniero electro-mecánico en plena madurez, dueño y director de una empresa de ingeniería: Sheridan Ingenieros, que acaba de inventar un nuevo motor de explosión, que reduce el consumo de combustible en un 20%. La tarde que va a firmar el contrato de fabricación con la empresa King M. Dissell Oil, unos maleantes le propinan una gran paliza en plena calle, le quitan la documentación del proyecto y le dejan malherido y en condiciones de máxima gravedad. Claramente, se trata de una acción de espionaje industrial, llevada a límites ciertamente delictivos, que pasa por la intervención policial, a través del avispado comisario Molina quién, tras una operación intensiva en el Salón del Automóvil, intenta conseguir ciertos indicios, que le conduzcan directamente al reconocimiento del verdadero autor, de ese acto tan deleznable. En esencia, se trata de una serie de aventuras, que enlazan la investigación técnica y científica, con la investigación policial, aderezadas con la realidad de unas pruebas de Fórmula 1 en Melbourne y la casuística de admiración y de amor que se desarrolla en ese entorno australiano y que hacen que el argumento tome sentido y vida propia y se vaya desgranando en toda su extensión una trama muy completa y compleja, en la que interviene la admiración, el amor y la justicia y aquellos otros valores que se ven alterados en toda su crudeza, la realidad ética y moral de una parte de esta sociedad, altamente tecnificada y que coincide, en este caso, con el mundo de la automoción.