Mediante una rica variedad de ejemplos, Eisner describe distintos enfoques de la enseñanza de las artes y las virtudes de cada uno, examinando cuestiones especialmente espinosas relacionadas con la evaluación del rendimiento en este campo. Y, lo que es más importante, ofrece una perspectiva fresca e iconoclasta sobre la aportación que las artes pueden realizar a la educación: una nueva visión de sus objetivos y sus medios. Según Eisner, este nuevo punto de vista es especialmente importante hoy en día, en una época en la que nuestra concepción de la práctica y la evaluación de la educación suele estar dominada por las formas más mecanicistas del racionalismo técnico.