El poeta pretende ser restaurador de la armonía perdida, haciéndose cómplice con el lenguaje para nunca llegar o llegar siempre a lo que está más allá del cántico. También san Juan de la Cruz, en un poema de este libro, quiere salvarnos de alguna manera.
Un volver siempre memorioso. O acaso cánticos sin razón aparente. Y damos vueltas a la muralla de aquel jardín perdido para al final callar con la nostalgia del que fuéramos.