Argumento de Echando Cuentas
Si uno pregunta en La Habana por Hachepunto o por Playtex, oirá al 87'34% responderle que, "Cómo no, caballero, acompáñeme, ya yo sé dónde vive", al 11'23% contestarle indignado que "Conmigo no come tú miedda" y al resto que queda, excusarse diciendo que "¡Algo yo sentí, pero la guagua se me escapa, asere". Poderosa proporción que pone bien a las claras lo fácil y rápido que el ácido triprótico de la literatura empapa y disuelve las vidas y la imaginería de estas gentes, para las que Cuba es La Habana y lo demás, paisaje. Ellos, aun sin saberlo, han construido los pensamientos que levantaron el edificio tambaleante y agujereado de esta novela que aquí les queda. Y es que en Cuba todos trabajan. Por lo menos en la imaginación de los viajeros la visitan.1