Las quince historias que integran el presente volumen nos revelan a Robert Bloch no sólo como maestro del terror, sino como cronista de la América profunda, una América brutal, terrorífica, demoledora, haciendo de la fantasía un vehículo con el que transitar humorísticamente (o macabramente) por los riscos del género, fiel siempre a su tesis: la realidad es infinitamente más terrorífica que la ficción; un loco es mucho más temible que el más cruel de los vampiros de la tradición literaria. Hay aquí, claro está, historias de vampiros y de fantasmas, como hay historias de alucinados y de inocentes que matan. E historias de niños perversos y de adultos adánicos no menos perversos. La gran virtud de estos cuentos radica en que al final no sabemos quién es más temible, si el vampiro con toda su tradición cultural y libresca, o el inocente que mata precisamente porque quiere ser bondadoso. Como dijo Bloch en una nota de 1993 para una recopilación de sus cuentos: «Espero que devoren ustedes estos cuentos... antes de que ellos les devoren a ustedes».