Cuando la cuesta abajo de la vida cae aún lejos, imaginamos que nunca nos llegará y nos preguntamos: ¿qué hacemos con nuestros mayores?
En La Primorosa moran personajes como el divertido y filósofo de la existencia, además de exmotorista de 92 años, Luis Gomis y Canet; Teo, la impedida sobre su silla de ruegas y orgullosa de haber sido criada de muchos señoritos; las hermanas Hurtado, solteronas que trabajaron en los sindicatos verticales, y muchos otros más que junto con Paquita, una señora entrañable, a la que el autor llama ¿mi santa¿ y a la que rinde un amoroso homenaje de hijo, todos ellos forman un retablo real y desgarrador de la vejez.
Santiago López Castillo ha escrito una novela autobiográfica en la que narra el día a día de una residencia de ancianos; espléndido en las reiteraciones, va marcando la medida del tiempo en la senectud, desplegando toda una paleta de colores decrépitos, no exenta de humor en pequeñas dosis, y que nos va sumergiendo en la irrealidad que termina devorándolo todo. Los recuerdos quedan en olvidos infinitos de la memoria, en sumideros del adiós.