Entre los tópicos inicialmente esgrimidos contra esta novela está su carácter popular, su respeto casi periodístico por el habla y las costumbres de los gauchos. Sin embargo, desde el principio mismo del texto se percibe que no estamos ante un retrato localista o una exhaltación ingenua de un tipo social. El relato es moderno por su construcción y ritmo, por su tratamiento de los personajes, por la yuxtaposición de las escenas y por su descripción de la «épica» política. Los personajes parecen extrañamente implicados en los conflictos de su tiempo y a la vez distantes, obedeciendo a impulsos interiores que contrastan con una realidad de fondo.