La tercera novela de Gonzalo Torné confirma lo que se apuntaba en Hilos de sangre: la construcción de un mundo que indaga en las profundidades de la condición humana a la vez que se exploran las posibilidades formales de la novela.
Divorcio en el aire empieza cuando Joan-Marc y Helen se marchan a un balneario para tratar de salvar su matrimonio. Ese espacio se convierte en el eje de una historia que relata el origen de su relación con Helen, primero en Madrid y luego en Barcelona, así como la biografía del propio Joan-Marc; su educación, su inicio sexual, las desastrosas relaciones con su familia, sus problemas financieros y el reencuentro, ya en las puertas de la madurez, con antiguos compañeros de clase, a los que la vida ha situado en posiciones insospechadas.
La novela aspira a una tensión constante en la que el lector no sea capaz de detectar a primera vista las suturas del relato, los saltos temporales, hasta que llega a un final euforizante en el que se descubre el tapiz de la historia iluminado. En este sentido, Divorcio en el aire habla de una cuestión fundamental: la dificultad del paso del tiempo y su irreversibilidad.