Los primeros pasos de Julio Cortázar en el ámbito de la novela no fueron sencillos. Por voluntad propia, su debut novelesco, Divertimento (1949), nunca fue publicado en vida, y el manuscrito de El examen (1950), del que inicialmente formaba parte Diario de Andrés Fava, fue rechazado por el sector editorial. No sería hasta 1960, con Los premios, que una novela de Cortázar vería la luz y anticiparía los temas y el estilo inherente al autor argentino, culminados en Rayuela. Así, mucho encontramos del celebérrimo Club de la Serpiente en el grupo de amigos Vive como Puedas. Y en las largas digresiones sobre arte, literatura y política bajo la lluvia de la triste Buenos Aires. Y en el viaje, en crucero o a pie, eterno motivo cortazariano de la ilusión de un corte con una vida que quiere dejarse atrás.
Roberto Bolaño dijo...
«A mí me encanta Cortázar. Lo conocí, además en México, hace muchísimos años. Para mí fue como conocer a un dios.»