En junio de 1924, el que fuera «primer dadaísta», Hugo Ball, publicó una pionera reseña sobre las obras del entonces jurista, Carl Schmitt. Allí convertía a Schmitt en el gran «ideólogo» alemán del momento y exponía sus formas de pensar de manera hasta hoy no superada. Meses después pretendió asentarse en el seno del publicismo católico alemán con una nueva edición de su polémico libro de 1919, Para una crítica de la inteligencia alemana, ahora titulada Las consecuencias de la Reforma; donde volvía a escrutar las dinámicas intelectuales e ideológicas que se dieron en Alemania, desde Lutero hasta Bismarck, para llegar al desastre de la Gran Guerra. Coincidiendo con Schmitt, aunque de forma más intensa, Ball achacaba todos los males de la «situación actual» al corte histórico nefasto por secularizador que supuso el protestantismo para la cultura occidental. Ambos documentos, reseña y libro, íntimamente unidos, son una exposición «hasta las últimas consecuencias» de la sostenida y robusta crítica a la modernidad de Ball, ya entonces «asceta católico», y de su agridulce diálogo con Schmitt, el gran crítico reaccionario de la época. Junto a las obras de Hugo Ball, su libro Las consecuencias de la Reforma y el largo artículo «Teología política de Carl Schmitt», publicamos aquí la correspondencia entre Ball y Schmitt. Las cartas entre ellos demuestran la ligazón de ambos escritos y justifican nuestra propuesta de lectura conjunta. También arrojan nueva leña a la siempre inquietante «leyenda de Carl Schmitt». Y, por encima de todo, el conjunto del volumen ofrece nueva luz sobre la fascinante y compleja peregrinación intelectual de Hugo Ball, desde la vanguardia artística del dadaísmo a una especie de religiosidad tan ascética como anarquista; un peregrinaje tan bizantino, nunca mejor dicho, como «increíblemente coherente» en objetivos y actitudes a lo largo de su vida. «Los escritos de Ball estarán un día entre los mejores libros alemanes de nuestra época.» Hermann Hesse «Hugo Ball sobresale como uno de los espíritus ejemplares de nuestro tiempo.» Paul Auster