Matar a Platón es un único y extenso poema que gira en torno a un instante, un acontecimiento en el que confluyen diversas vidas. Y «lo que acontece» un suceso lleno de dolor y muerte se relata sin mentir ni traicionarlo, sin encubrirlo con ideas abstractas ni evadirse en los conceptos. Así, tejiendo en torno a ese instante una compleja red, Matar a Platón se convierte en un juego de espejos, de imágenes, de miradas. La escritura rodea ese instante, lo acecha, lo multiplica y, también, lo inventa: «Pero la herida no, la herida nos precede, / no inventamos la herida».
Matar a Platón precede a otro poema, Escribir , una profesión de fe y una poética donde la autora reflexiona acerca de la posibilidad y la imposibilidad de la escritura, de una escritura,
la suya, muy alejada por contradictorio que parezca de lo que da en llamarse «literatura».