Juan Dieste regresa a su ciudad tras treinta años de ausencia, pero ¿realmente es esa su ciudad? Una conciencia juguetona y cruel ha tomado posesión de su memoria y lo condena a vagabundear en busca de recuerdos que no terminan de asentarse. A través de lo que esa conciencia invasora nos deja ver de su vida descubrimos que Dieste, o tal vez César Rivas, no podrá reconciliarse con su pasado. Una humillación profunda impide al tiempo cumplir su tarea de reparación y olvido. Pasado y futuro permanecen anclados al presente de una herida que continúa abierta. El regreso de Dieste a su ciudad le obligará a aceptar que su tiempo está definitivamente perdido.