Hasta hace bien poco solo un medallón en el Aula Magna de la Facultad de Filología recordaba a este culto humanista de marcada personalidad que, en palabras de Luciano Pereña, «ejerció un verdadero imperio científico en la configuración de la Monarquía hispana durante el reinado de Felipe II». Ahora también, en pleno campus universitario Miguel de Unamuno, una plaza lleva su nombre. Una pequeña plaza donde paradójicamente se encuentra la residencia universitaria heredera del antiguo Colegio de Cuenca y no el también recuperado Colegio Mayor de Oviedo, mucho más vinculado a él. Este volumen y la exposición bibliográfica que lo acompaña, celebrada en la Universidad de Salamanca, pretenden ser un homenaje a Diego de Covarrubias en su quinto centenario y actuar como un puente de unión entre los expertos en las distintas ramas del conocimiento que él representa y un público más general con curiosidad histórica. La idea del homenaje partió de la helenista Inmaculada Pérez Martín, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A su propuesta se adhirió enseguida la Biblioteca General Histórica, depositaria de una parte de la biblioteca particular que Diego de Covarrubias donó a su colegio mayor, con el entusiasmo que merecía el personaje y con la prudencia que aconsejan las difíciles circunstancias económicas actuales. Como mencionaré de nuevo más adelante, el Consejo Social de la Universidad de Salamanca, el Servicio de Actividades Culturales y Ediciones Universidad de Salamanca permitieron que el proyecto se materializara. Varios expertos participan en los ensayos reunidos en este libro, estudiando la figura de Covarrubias desde distintos puntos de vista, sin olvidar su biografía o la contextualización de la época que le tocó vivir. Acoge este volumen, por tanto, al Covarrubias universitario, al hombre de Estado, al religioso y al jurista y, en suma, al humanista. Especial atención, tanto en la exposición como en el catálogo, ha merecido su biblioteca particular, ya que, además de haberse localizado un gran número de ejemplares que le pertenecieron, se analizan en profundidad la formación y los avatares de su colección, así como sus huellas personales de propietario, lector y estudioso. Tras los artículos, el volumen recoge las descripciones de todas las obras exhibidas en la exposición, acompañadas de fotografías y estudios de cada pieza. Son 65 los textos expuestos y comentados, fundamentalmente libros, aunque también documentos procedentes del Archivo Histórico de la Universidad de Salamanca, todo ello distribuido en varias secciones. La primera sección, destinada a la vida y obra de Diego de Covarrubias, alberga un conjunto de fuentes biográficas y universitarias que ilustran diferentes momentos de su vida y diseccionan las etapas de su relación con la Universidad de Salamanca, como estudiante de Derecho, colegial del San Salvador de Oviedo, profesor de cánones y reformador de la Universidad. Sigue el recorrido con la producción intelectual de Covarrubias, representada en sus manuscritos autógrafos y en una selección de sucesivas ediciones de sus obras, publicadas en Salamanca, Lyon, Ginebra, Venecia, etc., desde el siglo XVI al XVIII. La última sección ha sido dedicada a su biblioteca particular, mostrando por una parte los distintos modelos de marcas de propiedad, anotaciones y exlibris que Diego de Covarrubias incansablemente utilizaba, y, por otra parte, una antología de sus variados intereses como lector y estudioso, organizada por materias: libros que le pertenecieron de derecho civil y canónico, de historia eclesiástica, romana y bizantina, de teología y otros temas variados, tanto científicos y técnicos como literarios o filológicos. El volumen finaliza con la transcripción del inventario de su biblioteca, redactado en 1569 y conservado en la Biblioteca Nacional. No se puede cerrar esta breve presentación de la exposición y del catálogo que la perpetuará sin expresar nuestro agradecimiento hacia todas las entidades y personas que han colaborado desinteresadamente en ambos proyectos. Debemos empezar por todos los investigadores que antes de nosotros trabajaron en la figura de Covarrubias y que han sido nuestras fuentes de partida. Entre ellos quiero resaltar a dos antiguos bibliotecarios de la Universidad: don Florencio Marcos, que abordó su biografía de la época salmantina examinando todos los documentos existentes en el Archivo Universitario, y doña Teresa Santander, que trabajó profundamente sobre los manuscritos griegos que le habían pertenecido; sin duda, la doctora Santander llegó a comenzar la investigación sobre sus impresos, pero, lamentablemente, sus notas no nos han llegado. El siguiente agradecimiento va dirigido a los profesores, investigadores, becarios, bibliotecarios y técnicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de la Universidad de Salamanca, Universidad de Valladolid, Real Biblioteca de Madrid, Universidad Carlos III y Universidad Complutense que han trabajado desinteresadamente rebuscando datos, aportando ideas o escribiendo los artículos, fichas y comentarios de los libros que se exhiben en la exposición y se recogen en este volumen. Sus nombres aparecen de un modo u otro reflejados en el catálogo, excepto los de dos personas vinculadas a la Biblioteca de la Universidad de Salamanca que merecen ser citadas: son el bibliotecario Eduardo Hernández Pérez, auténtico sabueso de los libros que pertenecieron a Covarrubias, y José María Sanz Hermida, a quien se deben las ilustraciones del catálogo y las copias para archivo de seguridad de los documentos y libros expuestos. El Museo del Greco de Toledo, solidario con nuestro objetivo, ha proporcionado magníficas reproducciones de los retratos de Sánchez Coello y el Greco que se custodian en sus dependencias, así como autorización para exhibirlas y publicarlas. Por su parte, Patrimonio Nacional también nos ha dado todo tipo de facilidades para usar la imagen del manuscrito, conservado en la Real Biblioteca, donde se recoge el ingreso de Diego de Covarrubias en el Colegio Mayor San Salvador de Oviedo. La exposición nunca habría tenido lugar si no fuera por la entrega total al proyecto de Miguel Battaner, responsable del Espacio de Cultura Científica, en el marco del Servicio de Actividades Culturales de la Universidad de Salamanca. Al Espacio de Cultura Científica debemos no solo toda la organización, diseño expositivo, etc., sino también su colaboración económica para la edición de este volumen. La editorial universitaria Ediciones Universidad de Salamanca, representada en su directora, María José Rodríguez Sánchez de León, apostó desde el principio por Diego de Covarrubias, incluyendo este volumen en una de sus colecciones ya consagradas, y encargando la edición al editor Antonio Sánchez Sacristán, paciente y brillante profesional. Finalmente, el apoyo del Consejo Social de la Universidad, concretamente del que hasta fechas recientes ha sido su presidente, don Salvador Sánchez Terán, y del secretario del Consejo, don Antonio Sánchez Calzada, ha sido decisivo para llevar a buen término este volumen.