El deseo que nos llevó a componer este diccionario fue, primordialmente, el de ayudar al estudiante o estudioso de nuestra literatura a desvelar el misterio de una abstrusa terminología cuando, por afición o vocación, se inicia en el conocimiento reglado de una parcela tan atractiva del arte de la palabra como es la de aprender a valorar las posibilidades expresivas o embellecedoras de la lengua y a enjuiciar las voluntades de forma. Nadie busque, pues, en esta obra una ordenada exposición de los interesados cometidos que los rétores clásicos atribuían a las figuras y a los tropos, como tampoco comentarios detallados sobre funcionamientos lingüísticos, adecuaciones y desviaciones de la norma o del uso normal del lenguaje ?tesis poco consistente por lo que tiene de arbitraria?, cuidadosas confrontaciones de mecanismos expresivos y, ni siquiera, posibles realizaciones de las teorías del discurso o de la interpretación. Nuestro compromiso, y repetimos, es mucho menos ambicioso: sólo inventariar denominaciones, definirlas descriptivamente y ejemplificarlas. El diccionario consta de 1.960 entradas, 904 definiciones, 3.124 remisiones y 2.270 ejemplos.