En Diario de un transeúnte, el Sr. Montgomery no abunda en detalles descriptivos de la urbe porque, en realidad, su interés por ellos (los detalles) y ellas (las urbes), es secundario. Y aunque reconozca sus diferentes personalidades y olores, la finalidad de su aparición es la de ser las instigadoras de sensaciones, hilo conductor de trantas preguntas y opiniones que lanza al aire. Acaso no habla de un submundo real por donde se mueven las miserias humanas o, más expresamente, las realidades de la condición humana: Ética, moral, religión, muerte, solidaridad, amor, sexo, marginación, droga, prostitución, etc.