Según el historiador Eric Hobsbawm, el siglo XX es un siglo corto, que no comienza en realidad hasta la guerra del catorce, y finaliza con el derrumbamiento de la URSS, que se inicia en el momento simbólico de la caída del muro de Berlín, a finales de 1989. De acuerdo con este planteamiento, que cada vez resulta menos discutido, el siglo XXI no tiene su comienzo en el año 2000, sino al principio de la década de los noventa, sin que esté muy claro si hay que tomar como punto de referencia la mencionada caída del ignominioso muro o la disolución formal de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En cualquier caso, es cierto que hay que buscar en estos comienzos de la última década del teórico siglo XX los de la era histórica que puede ser identificada con el siglo presente.
Los dos años que transcurren entre la caída del muro de Berlín en noviembre de 1989 y la desaparición formal de la URSS en diciembre de 1991, están marcados por el proceso de autodestrucción del imperio soviético, pero en ese tiempo ocurren también otras muchas cosas relacionadas, o no, con dicho proceso, que abren caminos de futuro para la identificación de ese nuevo siglo en el que ahora estamos inmersos. Apenas veinte años han bastado para que sea evidente que el mundo ha cambiado y las reglas del juego que en él rigen, también.
En esos dos años se asiste a la emergencia política del islamismo radical, en Argelia. No falta mucho para que todo Oriente Medio sea puesto en estado de ebullición tras la invasión de Kuwait por Irak y la primera guerra del Golfo. Como consecuencia directa (nunca reconocida como tal) de dicho conflicto es convocada la Conferencia de Madrid para la paz en la región, en la que se inicia el diálogo entre israelíes y palestinos que va a dar lugar algo después a la creación de la Autoridad Nacional Palestina. Y también en esos años es dinamitado el estado yugoslavo, dando comienzo a las atroces guerras de los Balcanes en las que Europa se reencuentra con el horror que creía erradicado desde 1945.
Aparte de los del bloque soviético, otros procesos de apertura comienzan, mucho más trabajosamente, a perfilarse en dictaduras de otro color. Es el caso de Chile, y, sobre todo, de África del Sur, dónde, con la liberación de Nelson Mandela y el inicio del diálogo entre él y el presidente De Klerck, se abre el camino del fin del inicuo régimen del apartheid.
Pero ¿cómo veía las cosas en su momento el ciudadano medio? Este libro propone presentar los acontecimientos de esos años cruciales como se reflejaron en los titulares de la prensa de la época, con la mayor asepsia posible. Por otra parte, se reconstruye el diario imaginario de un personaje igualmente imaginario, con una capacidad de información y de observación poco probable de encontrar sobre el terreno, pero que en ningún momento se aparta de los datos teóricamente disponibles en el momento.