Desde las altas cumbres nos llegan noticias del silencio. Un silencio elocuente en el que resuena una discreta invitación a andar el camino que nos remite al propio corazón: Si me buscáis, buscadme en el silencio, en el silencio de vuestro corazón. Ahí me encontraréis... Con estas palabras se despedía de la Escuela del Silencio y de sus amigos Moratiel, el discípulo del silencio que fue para muchos el maestro y el hermano. Él, desde la plenitud de este Silencio hacia el que peregrinó durante toda su vida, nos anima en estas páginas a vivir el instante presente sin sobresaltos, a entrar en el silencio donde todo nuestro ser se siente remansado. Desde el Silencio, Moratiel nos recuerda que el Maestro está dentro y nos llama -Jn 11, 28- y que La vida avanza como un río. No hay que empujarlo para que llegue antes. El río no se extingue: se funde en el inmenso océano. La vida en su globalidad alcanza la cima, la cumbre. Y la muerte viene a ser la culminación.