Todos los seres humanos somos sufrientes, vulnerables e inacabados. Nosdesarrollamos y crecemos a través de las pérdidas y los errores. Poseemos, endistinto grado, virtudes y defectos, sentimientos nobles y despreciables.Podemos desarrollar conductas evolutivas e involutivas. Inconscientementenegamos, reprimimos, proyectamos, desplazamos etc., nuestras falencias medianteracionalizaciones hipócritas, muchas veces bien justificadas, que sostienennuestras acciones. Pero hay una tendencia que asedia y transsforma nuestrospensamientos, sentimientos y conductas de manera absoluta, y es lapredisposición a ser indolentes. Es precisamente nuestra indolencia la que nosenferma, la que convierte a la envidia evolutiva en involutiva, al odioformador en destructivo, la calificación en descalificación, la otredad enegoísmo, y a una vida plena con sentido en una existencia vacía. El propósitode este ensayo es desde mi larga experiencia y trayectoria como psicoterapeuta,aportar un granito más de arena, una luz de esper esperanza, para una humanidad quese halla en crisis con sus valores y está perdiendo el camino hacia laevolución.