Denuncia a estas alturas de la Historia es, sobre todo, un homenaje a los valores que emanan del Humanismo Cristiano y, en instancia última, del propio Redentor. Valores sin los cuales resulta imposible que Occidente-heredero directo de ellos-se comprenda a sí mismo. No obstante lo anterior, son numerosos los líderes políticos e incluso los miembros de la sociedad civil empecinados hasta la saciedad en enterrarlos, ignorantes de que en ausencia de la Palabra de Cristo Rey hoy no disfrutarían de las libertades que en tantas ocasiones les hinchan las bocas. Negar a Jesús es negar la perfección a la que toda vida humana debería aspirar (cuestión al margen es su naturaleza divina). Sin embargo, en muchas constituciones de los denominados «países avanzados y libres»- también en la de la Unión Europea-se muestra especial interés por borrar unos principios de los que dichos Estados son fruto, y se llega a defender el laicismo y la secularización, cada vez más patentes, preconizando ciertas directrices éticas universales de dudoso origen con denodado empeño por eliminar a Dios de la escena pública. Sublime ejemplo de soberbia. Notable, ilusionante... esperanzadora excepción la constituye la nueva Carta Magna Húngara. En este libro se denuncia, amén de tales circunstancias, los distintos pecados, yerros, abominaciones e injusticias que, precisamente a causa del abandono de esos valores esenciales, han conducido al mundo a una situación de podredumbre y relativismo que nos va a ser arduo superar. El hambre, las guerras, el aborto-el mayor y más repugnante genocidio silente de la Historia del Planeta-, el materialismo, la falta de misericordia, el maltrato animal, el cambio climático...son algunos de los temas abordados en el presente poemario cuyo propósito es mover al Hombre a una profunda reflexión sobre la dinámica esquizoide y extraviada de la Sociedad en general, así como sobre el mañana que deseamos para nuestros hijos. Diciembre de 2015 (Año de la Misericordia)