Los ensayos que componen este libro constituyen una serie de reflexiones en torno a las dificultades de nuestro tiempo para definir la función del ciudadano. Se analizan las realidades que hacen especialmente difícil que el deber de civilidad sea asumido como algo intrínseco a la condición de ciudadano. Realidades como el peso de la economía, el poder de los medios de comunicación, el resurgir de los nacionalismos, el declive de la fraternidad y, en definitiva, la existencia de personalidades indecisas, desapegadas y desmoralizadas. La realidad es la de una «democracia contra sí misma», según la expresión de Marcel Gauchet, que, entre otros objetivos, debe repensar el papel que la educación ha de tener en la construcción de una ciudadanía más activa y comprometida.
Esta obra interesará tanto a los teóricos de la ética y de la política, como a quienes se enfrentan a la tarea de educar, al gobierno de las administraciones o sencillamente se cuestionan cuál debiera ser el lugar del ciudadano en nuestras democracias.