Hemos tenido que esperar largo tiempo para disfrutar de las memorias de un gran poeta nacido de la larga noche española. El mejor salido de las llamas de la guerra, la feroz prisión y el posterior exilio. Considerado un testigo de excepción por Alberti o Neruda. Tenemos la oportunidad de recuperar un pedazo de la historia reciente de España. Traer hasta nuestros días el sentir de aquellos que vivieron la guerra civil y con poderosa voz nos hablan de luz y esperanza común.
Fernando Macarro Castillo -Marcos Ana- nace en Ventosa del Río Almar, aldea campesina de la provincia de Salamanca en 1921. En 1929 sus padres ?Marcos y Ana- se trasladan a Alcalá de Henares como hortelanos. Marcos tiene ocho años. En 1936 estalla la guerra civil, con quince años se presenta voluntario. A los 17 años se incorpora al ejército en la Octava División.
El fin de la guerra, marzo de 1939, cae en el puerto de Alicante y es conducido al campo de concentración de Albaterra, hasta su evasión. Marcha a Madrid donde es detenido y devuelto a prisión; es abril de 1939, tiene 18 años y pasarán 23 años hasta ser puesto en libertad en 1961, con 41 años de edad. Serán largos años de tortura, privación y encierro. Allí nace su obra poética, vital y lúcida, una ventana donde contemplar la ciudadanía en cadenas; nacida desde el dolor sí, pero que festeja la vida, la inteligencia y la dignidad del hombre.
En Noviembre de 1961 en libertad marcha a Francia donde inicia una vigorosa actividad cultural y política para restaurar la democracia en España. Sus viajes le llevarán por todo el mundo, apoyando la causa democrática y cosechando el reconocimiento internacional a su obra nacida entre muros, pero libre.
El libro recupera una persona clave en la posguerra española. Poeta heredero vivo de la generación del 27 prologado por el Premio Nobel de Literatura José Saramago