En España estamos ante una auténtica involución social y política, marchando aceleradamente hacia el subdesarrollo, convertidos cada vez más en periferia subalterna de una Unión Europea alemana. Estamos viviendo un auténtico Estado de Excepción caracterizado por el predominio de los poderes fácticos, la suspensión del derecho y la progresiva conversión de nuestros sistemas políticos en democracias limitadas y oligárquicas. Es por esto que el verdadero debate está entre los que aceptan como inevitables ajustes, involuciones sociales y políticas, y aquellos que creen que los derechos sociales y las libertades se defienden profundizando la democracia como desarrollo del autogobierno de las poblaciones, garantizando la soberanía popular y definiendo nuevas reglas que hagan efectivos los derechos sociales y pongan la economía al servicio de las necesidades básicas de las personas.
Lo que eso significa aquí y ahora es proceso constituyente y poder ciudadano, en definitiva, una Revolución Democrática para una República Plebeya.