Diferentes objetivos animaron a la alianza militar francoespañola en la conocida como guerra de Cochinchina. En el año 1858 el gobierno de la reina española, Isabel II, decidió intervenir militarmente cuando fueron asesinados en Tonkin, los obispos españoles, dominicos, Fr. José Díaz de Sanjurjo y Fr. Melchor García Sampedro. Un ejército de casi 1 500 soldados españoles establecido en las Islas Filipinas, luchó durante casi cinco años por la protección de las misiones de los dominicos españoles en el reino de Annam (actual Vietnam). No obstante, el gobierno de S.M. con esta intervención armada pretendía también obtener el prestigio internacional del que estaba necesitado. La intervención francesa, con su rey Napoleón III al frente, con la excusa del asesinato de algunos religiosos franceses en el territorio annamita, consideró esta alianza armada como una excelente oportunidad para el reforzamiento de su presencia en Asia y la posible conquista de China. Fueron las tropas españolas, bajo el mando francés, las que mejor se adaptaron al clima adverso de la zona, distinguiéndose por su disciplina y heroísmo en cuantas operaciones intervinieron, distinguiéndose en la toma de Saigón (Capital de Cochinchina). Un acuerdo de paz, firmado en el año 1862 con el rey annamita, Tu-Duc, supuso el final de una guerra con unos exiguos resultados para el gobierno español, mientras Francia, pocos años después, se apoderaba de un importante imperio colonial (la Indochina Francesa) que incluía el actual Vietnam y los territorios de Camboya y Laos, que colonizó hasta la II Guerra Mundial. Se complementa esta obra histórica, que el autor ha documentado con la correspondencia oficial de los gobiernos de Isabel II y Napoleón III, con un breve relato de la Historia de Filipinas y el establecimiento de los frailes dominicos en este Archipiélago y Vietnam.