Tengo sesenta y cinco años, y todos los habitantes de la pequeña ciudad donde resido me conocen por el apodo de Cuernoquemado. Fui sargento de la policía municipal durante treinta años y me retiré hace cinco (?) Mis ocupaciones pasaron a ser la lectura, los paseos y la tertulia en el café con los parroquianos de costumbre. Invariablemente, siempre terminábamos hablando de los viejos tiempos. Basta, me dije un día (?) un hombre no puede vivir de su pasado, menos aún del pasado de los demás (?) La vida continúa, a pesar de la edad, hay que tomar las riendas y estar dispuesto para la acción. No fue ésta una decisión premeditada, a decir verdad, surgió inesperadamente, como un pedo sonoro que no esperas que lo sea, como una cagada de pájaro en un lugar sin árboles, como un chaparrón un día soleado. Tan sólo necesitaba una cosa. Oportunidad .