Hoy no es un secreto para nadie que muchos de los cuentos que se recogen en las tradiciones de los diversos países europeos, tienen un origen oriental. Sesudos y prestigiosos investigadores han demostrado con creces este hecho: sin ir más lejos y limitándonos tan sólo a España, la mayoría de las narraciones que se recogen en las más antiguas obras de nuestra literatura, como la recopilación del Calila e Dimna, (traducida del árabe a instancias de Alfonso X en 1251, aunque de origen persa) o la propia obra del infante don Juan Manuel El Conde Lucanor (1335), tienen antecedentes muy claros en los cuentos que en Oriente venían contándose desde muy antiguo y que, traídos a Occidente por los árabes, fueron tomados por los autores de aquí y adaptados de distintas formas. Esto es algo suficientemente conocido y no requiere mayor comentario. Sin embargo, existen otros hechos que, siendo igual de evidentes para algunos, quizá no han sido mostrados todavía con la claridad necesaria en nuestro ámbito cultural.