Helena, en el crepúsculo de su vida, se ha quedado sola. Su hija, su marido y su hermana han muerto, como el mundo burgués, feliz y burbujeante que desapareció con la Gran Guerra y que fue enterrado en sus trincheras. Los diálogos que mantiene con Rachida, su joven enfermera, son su único punto de contacto con el mundo contemporáneo. Y los recuerdos que evoca, aunque vivificados por un espíritu que conserva su antigua chispa, son sólo espejismos en las manos arrugadas de una jovencita. La historia privada y la colectiva se imbrican en un friso delicado y monumental, cincelado con mano maestra por uno de los más sobresalientes escritores europeos, que restituye, con sabiduría de poeta, la constante evanescencia y la paradoja de unos tiempos y unos mundos en naufragio que conviven con el despertar de la sensualidad de una chiquilla.