Con estas palabras comienza El soñador de naufragios, uno de los relatos incluidos en Crónicas de lo imposible. Por sus páginas desfilan argumentos y personajes inverosímiles sumergidos en una trama cuyo desenlace sorprende y estremece.
Adentrarse en la atmósfera de estas narraciones, de delicada prosa poética, asegura una sugestiva y emocionante experiencia en la que el lector descubrirá unos relatos tiernos y feroces, unas historias profundamente humanas y francamente divertidas.
Julio Silva (Argentina, Entre Ríos, 1930), pintor que ilustra Las crónicas de lo imposible, emprende desde muy joven el estudio de las artes plásticas.
En 1955, a su llegada a París, comienza una larga amistad con Julio Cortázar con el que colabora en diversos libros: Les discours du Pince-Gueule (1966), La vuelta al día en ochenta mundos (1967) y Último round (1969).
En 1976, Cortázar le dedica las prosas de Silvalandia (publicado en la actualidad en español, francés, italiano, alemán y polaco). En 1970, durante un viaje por Italia, el pintor descubre Carrrara y el mármol, que despierta en él su instinto del volumen. Silva ha realizado dieciocho esculturas monumentales, así como numerosas exposiciones individuales en galerías de Europa, América Latina y Estados Unidos.
En su amigo Saúl Yurkievich halla el universo lúdico de la poesía. De la complicidad de ambos artistas han nacido El huésped perplejo e Intempérie.
Ilustraciones: Julio Silva