Los conflictos internos se convierten en desastres externos; el problema de uno es el problema del mundo y sólo uno puede solucionarlo, nadie más, nadie puede hacerlo por otro.
El político, el economista, el reformador, al igual que uno, es un oportunista, un inventor de planes; pero nuestros problemas, el conflicto, la desdicha humana y esta existencia vacía que produce desastres tan atroces, requiere algo más que invenciones astutas o reformas superficiales de los políticos y propagandistas.
Se necesita un cambio radical de la mente humana y nadie puede generar esa transformación para otro, cada uno debe hacerlo.