Suero Láinez, un vagamundos de menguadas entendederas, llega a una villa castellana a finales del siglo XVI. No son las fantásticas tierras del Piripao las que lo acogen: no encuentra ríos de miel, ni árboles con perdices y palominos, ni balcones de oro, ni fuentes de vino, ni jardines de almíbar y de buñuelos, ni siquiera hallará ninfas en frescas alamedas. Las criaturas con las que se topa son carne de su tiempo, con sus miserias y perversiones: clérigos libidinosos, nobles sodomitas, cómicos de la legua, parteras moriscas, dueñas perseguidas por la Inquisición? Un submundo, muy alejado de la fantasía, que frustrará su nuevo oficio de cronista y que alimentará sus desequilibrios. Un viaje a las entrañas de lo grotesco y de la crueldad, dirigido por una sociedad empozada en los lodos de la intransigencia. Un dibujo satírico de final de siglo que, a través del humor negro, cabalga sobre un hecho intemporal: la voracidad insaciable del poder y el estupor del individuo ante sus manejos. Con Suero reiremos amargamente a través del patetismo de su figura y de sus grotescas aventuras, hilvanadas con pespuntes de erotismo y tragicomedia en la hebra de un lenguaje de tonos barrocos.