La filosofía que se esboza en esta colección de ensayos parte de una valoración positiva de la individualidad de cada ser humano, pero no se instala en ella sino que se abre a la consideración de aquellos vínculos necesarios que posibilitan a dicho ser humano precisamente para poder desarrollar su identidad. Se defiende que sólo Dios es quien potencia a la persona para que sea ella misma y para que establezca relaciones de comunión con sus semejantes y con el todo de la naturaleza. A la vez, no deja de advertirse contra formas alienantes de vivir la religión. Es en fin una apuesta por el diálogo y por la conciliación entre aquellos extremos que definen desde siempre las tensiones del pensamiento y de la acción de los seres humanos: tradición y razón, individuo y sociedad, libertad y naturaleza, Dios y hombre.