Vivimos inmersos en un proceso de globalización prácticamente irrefrenable desde que el avance de la tecnología ha desbordado los diques de contención en la economía, haciéndola más interdependiente, vulnerable y necesitada de gestores responsables. Así, el añejo sentido de una educación fijada según contextos nacionales se ha mudado en otro más ligado a la complejidad y a la incertidumbre, donde el dominio de contenidos académicos discretos ha de complementarse, eficazmente, con el dominio de habilidades comunicativas propias de una sociedad cosmopolita, donde ya es posible aprender y trabajar bajo formatos de total conectividad e interactividad. Se necesitan, pues, políticas educativas que hagan lo posible por optimizar el capital social e intercultural de los individuos, a fin de abrir nuevas vías al aprendizaje y al desarrollo de las competencias que precisan los ciudadanos en el mundo actual.
Este libro plantea problemas y ofrece respuestas en el marco de la dialéctica aprendizaje-formación-trabajo en la sociedad cosmopolita, entendida no como ideal romántico sino como deriva de flujos históricos mediados por la tecnología y la comunicación. Tal vez lo que debería importarnos en la encrucijada a la que hemos sido arrastrados por la primera gran crisis económica de este siglo es la construcción de proyectos educativos fuertes, entrelazados desde la sociedad civil, evaluándolos según el servicio que presten a propósitos de equidad e inclusión cívica.