El diálogo así establecido revela una amistad creciente que se prolonga sin interrupción por más de medio siglo en el que ambos autores comparten sentimientos y vivencias íntimas. Su afinidad genera un respeto, un cariño y una admiración mutua incomparables. Les une su vocación literaria, su compromiso con la literatura, su integridad y su actitud moral.
Este epistolario, además de mostrar aspectos importantes del ejercicio de la profesión del novelista, y del crítico como lector, permite trazar el recorrido de dos vidas a través de momentos anecdóticos, de experiencias y pensamientos compartidos.