Esta correspondencia ilumina las afinidades secretas que, bajo aparentes contrastes, vincularon a estos dos grandes escritores japoneses del siglo XX. Al comienzo de su intercambio epistolar, Mishima era apenas un muchacho y Kawabata su maestro. Compartían varios temas y obsesiones: la atracción por la muerte, la percepción trascendente de las relaciones humanas, la superación de si mismo teñida de crueldad, la exigencia de lo absoluto y de la perfección, la devoción por la belleza. Al final de sus vidas los unió el suicidio.