Contra las patrias, es decir, contra la colectivizacio?n de la violencia, contra las unanimidades forzosas, contra las identidades nacionales prefabricadas, contra la utilizacio?n de la peculiaridad cultural como fundamento estatalista, contra la exaltacio?n del ombligo propio por medio del denigramiento de lo ajeno, contra los si?mbolos sanguinarios: banderas, himnos, ma?rtires, y contra el ridi?culo entu- siasmo de las fronteras. Contra las patrias, o sea, a favor de los hombres, dife- rentes e iguales, a favor de la tradicio?n cultural que cada creador reinterpreta a su modo y manera, a favor de la libertad de las lenguas, a favor del exilio y del desarraigo, a favor del federalismo, a favor del antimilitarismo y del antipatriote- rismo, y sobre todo a favor del cosmopolitismo, que fue y sigue siendo la verda- dera gran idea progresista desde que el viejo Demo?crito a rmara en Grecia que «la patria del sabio es el mundo entero».