El hombre completo es una vieja aspiración que sirve de puente hacia la belleza interior, alguien cuyo atractivo se nos presenta como una roca firme, una antorcha que ilumina, y nos obliga a repensar nuestros criterios, siendo su obra u objetivo más completo e importante, su propia realización personal. Por eso, la felicidad no consiste en vivir bien, es decir, con un alto nivel de vida, sino en saber vivir.