El humor escrito alcanzó su apogeo en la Inglaterra del siglo XIX, consolidándose como un género literario que abarcaría multitud de registros: la sátira corrosiva de Thomas De Quincey, el disparate de Lewis Carroll, las situaciones cómicas de Saki, e incluso el humor negro relacionado con la tradición gótica de Walpole o Swift, por no hablar de sus herederos norteamericanos, como Mark Twain o Ambrose Bierce.
Con la risa en los huesos reúne veinticinco relatos de otros tantos autores que recorren en buena medida esta tradición anglosajona en sus diversos matices: del talante ácido de Oscar Wilde al deseo moralizador de Kipling, del existencialismo de Kafka y Harvey a la inocencia abrumadora de Milne; no faltan tampoco el exotismo de Mary Kingsley o Fitz James O'Brien, la burla despiadada de Bierce, o el más puro nonsense en manos del maestro Chesterton.